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De Gales a Tenerife: los aficionados galeses que viajaron a España en lugar de Catar para ver a su selección

TENERIFE, España — La primera experiencia de Bethany Evans viendo a Gales jugar en la Copa del Mundo tuvo muchos de los componentes clave que siempre imaginó. A su lado estaban sus amigos y su padre, Mark, de 59 años, con quien ha seguido a Gales por tierra y mar.

Alrededor había seguidores de Gales vestidos con las camisetas rojas del país y gorros de pescador y cubiertos con banderas de dragones con cresta, todo para subrayar el apodo de los fanáticos: la Muralla Roja.

Y también había alcohol, mucho mucho alcohol. Su ausencia ha sido un gran tema de discusión desde que Catar tomó la decisión de prohibir la venta de cerveza en los estadios del torneo. Pero aquí se servía descaradamente, mientras los fanáticos cantaban, saltaban y gritaban en un par de bares clavados en una esquina en Tenerife, en las islas Canarias.

“Ha sido increíble planear esto”, dijo Evans, de 25 años, una gerente de salud y seguridad de Pontypridd, en Gales del Sur, cuyo tuit, que escribió en el verano, que sugería hacer una fiesta en esta isla para ver el partido se convirtió en algo mucho más grande de lo que imaginó.

Si bien el sueño original de Evans era ir a Catar durante el Mundial —Gales calificó por primera vez desde 1958— dijo que eso quedó descartado por una combinación de costos, circunstancias, regulaciones y dilemas morales. Así que ella y miles de fanáticos de Gales optaron por instalarse durante el torneo en esta accesible isla de fiesta a unos 6500 kilómetros de Catar.

Un tuit en broma de Bethany Evans, arriba a la izquierda, fue el impulso para que los aficionados de Gales se trasladaran a Tenerife. Allí han disfrutado de la arena, el sol y, sobre todo, del alcohol.Credit…Laura Leon para The New York Times

Esta semana los aficionados han estado llegando por millares a Tenerife con la esperanza de la celebración mundialista soleada que siempre han anhelado: bajo sus propios términos y con su presupuesto.

“Estoy destruido porque es la primera vez que podemos ir a la Copa del Mundo y no es para el hombre trabajador”, dijo Lee Chamberlain, de 50 años, pintor y decorador de Mold, Gales del Norte. Chamberlain dijo que un agente de viajes le presentó dos alternativas: pasar tres o cuatro días en Catar con un presupuesto ajustado (y restricciones para beber) o 10 días en Tenerife, con mejores hoteles y todo incluido. No hubo nada qué pensar, dijo.

Que los aficionados de un país hambriento de torneos como Gales hayan sido persuadidos de manera masiva de no ir a Catar dice mucho sobre las motivaciones de los poderosos del fútbol, dijeron muchos seguidores de Gales.

Excepto por el país anfitrión, que clasifica automáticamente, Gales es el país que pasó más tiempo sin ir a una Copa del Mundo de todos los competidores de este año. La última vez que calificó fue hace 64 años, cuando la cobertura era más difícil y los aficionados que viajaban prácticamente no existían.

“Me enorgulleció mucho pensar que estaba ahí para verlos”, dijo Les Thomas, un hombre de Kerry de 90 años, quien pudo presenciar un partido en la Copa del Mundo en Suecia en 1958, cuando estaba sirviendo en la Marina británica. Thomas dice que ese día solo vio un grupo pequeño de seguidores de Gales en el otro extremo del estadio.

En las décadas siguientes, ese torneo —y los que asistieron y jugaron— adquirieron un papel mítico en Gales, un país montañoso de alrededor de tres millones de habitantes. Generación tras generación no logró clasificar al siguiente gran campeonato en el horizonte y en 2011 tocaron fondo cuando Gales cayó a la posición 117 del mundo, detrás de países como Guatemala, Guyana y Haití.

Bares y restaurantes han dado la bienvenida al ejército rojo de la afición galesa.

Pero a medida que Gales continuó cultivando generaciones de jugadores talentosos de esas profundidades, surgieron nuevas estrellas como Gareth Bale y Aaron Ramsey. Ellos y sus compañeros llegaron a las semifinales de la Eurocopa de 2016, y clasificaron de nuevo para la siguiente edición, que se disputó el verano pasado. Y mientras tanto crecía el optimismo de llegar a Catar.

Luego de que Gales despachó a Ucrania en una clasificación mundialista en junio para asegurar su lugar, Evans, feliz, empezó a considerar las alternativas.

“No estaba muy al tanto de algunos de los problemas hasta que salieron a la luz”, dijo sobre las preocupaciones que han perseguido a los preparativos de Catar. “Creo que yo, y probablemente muchos otros, somos muy ignorantes de lo que pasa en otros países, porque no es algo de lo que hayamos oído hablar hasta que sucede un evento como este”.

Gales, como muchos de los países participantes, ha criticado que Catar sea la sede del torneo. Se había previsto que el capitán de la selección, Bale, llevara un distintivo de arcoíris en el brazo para apoyar a la comunidad LGBTQ, pero a último minuto se echó para atrás cuando la FIFA amenazó con sancionar a quien lo hiciera. Los jugadores galeses han tenido libertad para expresarse en tales temas si así lo quieren. Y antes del torneo se dio a conocer que algunos miembros de la Asociación de Fútbol de Gales se habían rehusado a viajar a Catar debido a sus leyes contra la homosexualidad.

Sin embargo, para Evans el principal obstáculo para viajar a la Copa del Mundo en el golfo fue el presupuesto. Calculó que una semana en Catar le costaría unas 3500 libras esterlinas (unos 4100 dólares). Publicó un tuit irónico, diciendo que Catar era demasiado caro y que estaba buscando una alternativa —“un lugar cálido”— como Tenerife, un viaje que estimó en alrededor de una cuarta parte del coste.

Luego de que varios aficionados dijeron que les gustaba la idea y esta empezó a ganar impulso, a Evans la invitaron a un noticiero galés a hablar sobre el tema. Eso se convirtió en un grupo de Facebook que esta semana contaba con 2400 miembros. Ahí, los aficionados discutían sus planes de viaje, compartían ofertas de bebidas que habían negociado con bares y hablaban sobre las ventajas de Tenerife. Cuando la FIFA y los organizadores cataríes sorprendieron a los aficionados con el anuncio de que no se vendería cerveza en los estadios incluso bromearon que habían acertado al elegir a España desde el principio.

Aficionados veían el partido de Gales contra Estados Unidos en el debut de su equipo. Un gol estadounidense en la primera parte del partido les preocupó. Una anotación de Gareth Bale, más tarde, cambió los ánimos.

“Ya sé que tal vez sea malo decirlo con el fútbol, pero tienes que beber un trago y tienes que divertirte también”, dijo Tyrone Fowler, un repartidor de comida de 28 años de Newport, en Gales del Sur, que esta semana iba para Tenerife. “Se trata de hacer ambiente”.

Durante el partido inaugural del lunes contra Estados Unidos, los aficionados galeses en Costa Adeje, bordeada de palmeras, encontraron toques que les recordaban a su hogar en los bares hermanos adyacentes y sus alrededores, The Original Wigan Pier y La Flaca, que a petición de Evans aceptaron acoger a los aficionados y poner los partidos de Gales en sus televisores

Había cócteles con nombres galeses y la bandera de Gales cubría varias de las paredes del bar y los árboles en el exterior. En una esquina, una empresa de cátering había traído comida y se había hecho un pedido de cerveza adicional para atender a los más de 400 asistentes que cabían en ambos establecimientos. La cerveza, a un par de euros, era mucho más barata que los 14 dólares que se ha dicho que cuesta medio litro en Catar.

Se espera que, en la siguiente semana, unos 3000 aficionados galeses lleguen a Tenerife y llenen los bares y los restaurantes en Costa Adeje, la cercana Playa de las Américas y otros pueblos costeros de la isla.

La noche del lunes, cuando sonó el silbato final en el empate 1-1 con Estados Unidos, los aficionados galeses, aliviados, se pusieron de pie y cantaron “Yma o Hyd”, una canción folklórica que es una suerte de himno y que grabó el cantante nacionalista Dafydd Iwan en la década de 1980 y que significa “Todavía aquí”.

Para Evans y quienes la rodeaban, que luego se adentraron en la noche, es posible que Tenerife no fuera Catar, pero podría haber sido cualquier lugar, en realidad, siempre que se viera y se sintiera así de bien.

“Sencillamente es un evento familiar”, dijo Evans antes del partido, al reflexionar sobre cómo una simple sugerencia había traído a tantos fanáticos con la misma idea a esta soleada isla a 2700 kilómetros de casa. “Tal vez no los conozcas pero de cierta forma sí”.

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